Para conseguir un diseño de luz logrado que hace justicia a la arquitectura y que no la distorsiona o – aún peor – que la eclipsa totalmente, primero debe entenderse la propia arquitectura. 

Solamente entonces debe comenzarse a apoyar o incluso a reforzar su efecto. Para ello, en primer lugar importan la estética y el tipo de ambiente que se quiere crear. Pero también la ergonomía y la eficiencia energética juegan un papel decisivo en la planificación. Además y gracias al desarrollo de las luminarias LED modernas, el planificador dispone de muchas más posibilidades de diseño que hace unos años.

El diseño de las luminarias es más libre y puede adaptarse mejor a la arquitectura para poner, de esta forma, unos acentos más sistemáticos. Gracias a los numerosos y diferentes colores de la luz, pueden crearse varios efectos para que la arquitectura parezca aún más viva. Sin embargo, la arquitectura no debería ser iluminada desde fuera, sino más bien iluminarse desde dentro hacia fuera para reforzar la tensión del edificio.